domingo, 9 de diciembre de 2007

TALLER DE ESCRITURA 10: RAQUE ENRÍQUEZ ÁLVAREZ


Raquel veranea no Castro, como moitos dos rapaces do taller, e animouse a vir coas súas amigas. Era do grupo das "maiores", así que se portou moi ben para dar exemplo. Este é o resultado do traballo que fixo ó longo dunha semana.

Érase una vez una gaviota muy peculiar ya que ésta no vivía en el puerto de A Coruña, sino en el centro de la ciudad. La gaviota era blanca como la nieve. Sus alas eran grandes y en los bordes tenía negras las plumas.
Por esta razón se llamaba Negruno.
Negruno no era feliz porque necesitaba el amor de una gaviota, pero él quería que fuese una gaviota bonita y de playa.
Un día iba volando por el cielo de A Coruña cuando se chocó con una paloma gris:
— ¡Mira por donde vuelas! —gruñó ésta.
— Perdona —se disculpó Negruno—. Es que estoy triste.
— ¿Por qué? —preguntó la paloma.
— Porque busco el amor de una linda gaviota de playa.
— Yo te puedo ayudar ¿Ves aquella torre muy alta? —La paloma señaló la antigua torre de Hércules— Allí viven muchas gaviotas lindas. La más guapa se llama Blancina.
— Muchas gracias. Mañana iré allí.
Al día siguiente Negruno Viajaba hacia aquella alta torre. Se sentía feliz y con ganas de conocer a Blancina. Por el camino se encontró a otra gaviota.
— Hola, me llamo Gruno y voy hacia aquella torre.
— Acompáñame, amigo.
Gruno y Negruno se hicieron buenos amigos y emprendieron el viaje juntos.
Gruno era pequeño y tenía las alas muy pequeñas. Era blanco con manchas marrones.
Les faltaba poco para llegar y empezó a llover. Se refugiaron en el hueco de una roca. Siguió lloviendo por la noche y al llegar el amanecer, cesó.
Salieron de viaje otra vez y llegaron a la torre. Aquel lugar inspiró felicidad a Negruno. El agua era cristalina y reflejaba el sol. La arena era suave y, desde la torre, se veía toda la ciudad de A Coruña.
Negruno notó como un fuerte dolor en su ala izquierda, se giró y vio una gaviota negra y grande de ojos azules:
— Un forastero ¡qué bien! ¿Qué venís a buscar?
— ¿Conoces a Blancina? —se atrevió a preguntar Negruno.
— Sí, pero… ¡No se te ocurra acercarte a ella! ¡Es mi gaviota!
— ¡Que lo dices tú! ¡Nadie pertenece a nadie!
Se miraron un buen rato, desafiantes. La fea gaviota llamada Ofe se fue volando. Pasaron los días y Negruno realizó su sueño: conocer y enamorarse de Blancina. Pasaron las noches y Negruno se enamoró completamente, pero, un día, Ofe estaba coqueteando con la linda gaviota. Negruno, triste, volvió junto a Gruna.
— ¿Qué te pasa? —preguntó éste— ¿Estás llorando?
Negruno le contó lo sucedido y su amigo dijo:
— Tengo un plan. Vamos a luchar contra Ofe. Los dos juntos, mañana por la mañana ¡que se prepare!
Negruno, al oír esas palabras, se sintió fuerte y seguro. Ofe se enteró de la noticia y aceptó el reto.
A la mañana siguiente, Negruno y Gruno ya estaban listos para el combate cuando apareció Ofe. Blancina no quería que combatiesen entre ellos, ya que ella estaba enamorada de Negruno.
El combate empezó.
Negruno dio un picotazo a Ofe en la cara. Éste se lo devolvió. Gruno empezó a picotear a Ofe por todo el cuerpo hasta que se rindió. Blancina abrazó a Negruno y éste notó que el corazón le dio un vuelco.
Negruno echaba de menos su casa en la otra punta de la ciudad, por eso Blancina, Gruno y Negruno volvieron a la ciudad. Pero durante su viaje fueron perseguidos por los amigos de Ofe. Se llamaban Efo y Foe.
Los tres amigos llegaron a la casa de Negruno y allí se dieron cuenta de la presencia de Efo y Foe. Negruno picoteó a Efo y Blancina a Foe. Estos se rindieron y se fueron.
A partir de ahí Blancina, Negruno y Gruno fueron muy felices.

TALLER DE ESCRITURA 9: EL BESO DE LA PRINCESA, POR ISABELA RODRÍGUEZ.




Isabela veranea en Galicia e este ano decidiu participar no taller de contos. Penso que o pasou ben. Tivo a ocasión de coñecer a outros rapaces e de mostrarnos as súas dotes para a escritura e para o debuxo. O seu conto é o da portada azul que está deitado na mesa á esquerda. Non o confundades co de Lorena que está de pé e ten un título parecido.

Érase una vez una princesa llamada Cecilia. Tenía los ojos azules como el cielo, un pelo rubio y brillante, era alta, esbelta y muy guapa, la más guapa de todo el reino.
Cecilia estaba un poco triste porque necesitaba un príncipe que la rescatara de la torre del reino donde la encerraran cuando tenía 5 años, porque una bruja malvada le había puesto un encantamiento: hasta que un príncipe no la besase la princesa Cecilia se convertiría en un monstruo.
Cuando el príncipe Eric se enteró de la noticia de que había una princesa encerrada en lo alto de una torre que formaba parte del castillo de “Aistawan”, emprendió su viaje desde el país de los “Héroes” hacia el país de las princesas, “Aistawan”, para rescatar a la princesa Cecilia.
El príncipe Eric iba en su precioso caballo blanco hacia su destino cuando, de repente, se encontró a un viejo amigo llamado Lorenzo. Tenía el pelo de color negro, los ojos azules, era muy alto. Lorenzo seguía el mismo camino que Eric, excepto porque él no se paraba en “Aistawan”, él seguía hasta “Himbustaca”.
En el camino el príncipe vio que había un acantilado de más de dos metros de largo. El príncipe cogió carrerilla y corrió con su caballo y, cuando estaba ya al ras del acantilado, saltó con el caballo y consiguió pasarlo. Pero se dio cuenta de que al pasar el acantilado había un montón de serpientes que tendría que matar con su espada. Al matarlas siguió su camino hacia la princesa.
El príncipe Eric llegó al reino de “Aistawan”. Era un reino muy grande, lleno de flores y animales encantados como un unicornio.
Mientras el príncipe subía a la torre de la princesa se encontró con un dragón muy, muy grande que intentaba que nadie subiera a la torre de la princesa Cecilia.
El príncipe sacó su espada y empezó a luchar contra el dragón. El dragón empezó a escupir fuego por la boca, el príncipe luchó y luchó, pero el dragón consiguió derrotar al príncipe.
El príncipe derrotado estaba en la puerta de la torre de Cecilia cuando su amigo Lorenzo cruzó al lado de la torre y vio a su amigo ensangrentado. Entonces fue hacia él, lo curó y le dio un arma nueva para luchar.
Pero, como el príncipe estaba muy cansado, le pidió a Lorenzo que luchara en su lugar. Como el dragón estaba un poco herido y cansado, perdió en su enfrentamiento contra Lorenzo, el amigo de Eric.
Cuando el príncipe se recuperó, besó a la princesa Cecilia y no se convirtió más en un monstruo. Pero, cuando el príncipe se iba a su país, se dio cuenta de que el dragón y sus hermanos lo estaban persiguiendo para matarlo. El príncipe cogió el arma que le había dado Lorenzo y venció a los malvados dragones.

TALLER DE ESCRITURA 8: EL CHINO MÁS FEO DEL MUNDO. POR VÍCTOR FERNÁNDEZ.


Este é Víctor, o autor desta extrana historia dun chinés horripilante. Quizás se un director de cine o lese sería capaz de convertilo nun interesante guión. Elementos sorprendentes non lle faltan.
Era una vez un chino que tenía de todo, desde coches rotos de mentiras hasta coches de oro.
El chino era feísimo, pero todos los hombres y mujeres querían ser sus mejores amigos. Eso parecía muy bueno, pero realmente era sólo por su dinero y él quería amigos de verdad, así que decidió ir a buscarlos por todo el planeta.
Él no estaba muy seguro de adónde ir y le preguntó a su consejero que le dijo que buscara en un bar.
Los de allí lo echaron a patadas y empezó su viaje por la ciudad más pequeña, Sanchinchín.
Por el camino se encontró al conde Jacamulalá y el conde se arrodilló ante él porque eran viejos conocidos y el conde le tenía mucho respeto. El conde era un hombre gordo y muy bajo.
El chino siguió su camino y se encontró un gnomo irlandés muy malo que le dijo que, para llegar antes, se tirase por el agujero que ponía “mide un metro”. El chino se tiró al agujero y el gnomo le puso una jaula encima para que no pudiese salir. A través de ese agujero, que medía muchísimo más de un metro, el chino llegó a Transilvania. Allí daba miedo estar porque todo estaba muy oscuro y había una mansión con un murciélago encima.
El malvado gnomo se enteró de que el chino se había salvado y se fue hasta Transilvania, cuando lo encontró, le puso una trampa: un plato de arroz con unas gotas de somnífero. El chino se comió todo el arroz, se quedó dormido como un tronco y el gnomo lo encerró en un castillo.
Al conde Jacamulalá le llegaron noticias de lo ocurrido, se fue al castillo del gnomo, derribó la puerta y cogió al chino. Con la ayuda de su espada, el conde le dio al gnomo en su punto débil y el gnomo se murió.
De esta manera el conde y el chino sellaron su verdadera amistad y los dos fueron muy felices.