martes, 4 de marzo de 2008

LA SOLEDAD.


Este fin de semana he podido saldar una de mis numerosas cuentas pendientes con los estrenos de cartelera más o menos recientes. La soledad llevaba algunos meses en cartelera y, desaparecida de las carteleras de algunas ciudades, ha vuelto a reaparecer al calor del galardón obtenido en los Goya 2008 (premio a la mejor película).

¿Qué decir sobre esta gran película? Si tuviera que resumir mi sensación ante ella diría que he sentido las mismas sensaciones que tengo cuando estoy contemplando o he contemplado, más bien, una obra mayor. Y creo que ésta película es una gran obra.

El discurso narrativo austero, pero sólido, junto con una apuesta arriesgada en lo estético (los planos que presentan dobles escenas, crean una percepción del espacio a veces turbadora), así como la acertada elección de los actores y, por supuesto, el guión preciso como soporte al desarrollo argumental y discursivo, hacen de esta película un magnífico ejemplo de cine moderno, pero heredero a su vez de algunos clásicos europeos (Bergman o Erice).

Emociones escondidas, explicitadas en algunas secuencias, tensiones humanas resultantes de las relaciones (de pareja o familiares) construyen un relato intenso de lo humano. Todo ello dentro de una narración de acontecimientos totalmente cotidianos.

Uno de los aciertos más evidentes de esta película es, en mi opinión, la descripción de los personajes: su aparente normalidad esconde, empero, un retrato milimétrico de las diferentes personalidades de esta historia. Por otra parte, resulta magistral la exposición de las tensiones personales y familiares a lo largo de la cinta. Unas tensiones que se ven afectadas por acontecimientos repentinos que condicionan las relaciones anteriores y que las vuelven a moldear.

Gran cine, sin lugar a dudas. Aunque sea tópico, cine con mayúsculas. En cualquier caso es una película que, en general, no os dejará indiferentes.

Roge.